En el ámbito retail, el uso estratégico de fragancias se revela como una herramienta potente para enriquecer la experiencia del cliente y moldear el comportamiento. Comúnmente son los aromas que engalanan las tiendas de ropa, fomentando una atmosfera de limpieza y sofisticación. Panaderías y comercios gourmet a menudo adoptan las cautivadoras fragancias de pan recién horneado, vainilla o canela, creando un ambiente cálido y acogedor que invita a los clientes a quedarse. Los establecimientos de belleza y cosméticos emplean con frecuencia olores para tiendas de fragancias florales, como rosas o lavanda, transmitiendo una sensación de lujo y tranquilidad. Las tiendas centradas en productos naturales u al aire libre pueden incorporar fragancias amaderadas o terrosas como pino o sándalo, estableciendo un vínculo con la naturaleza. Los aromas cítricos, como naranja o pomelo, encuentran su lugar en entornos energéticos como tiendas de deportes o ropa deportiva. Las tiendas de alta gama optan por fragancias lujosas como cuero, ámbar o almizcle para evocar exclusividad y sofisticación. La adaptación de fragancias según las estaciones o festividades agrega un elemento dinámico, con fragancias temáticas de invierno que crean ambientes festivos. Algunos minoristas van un paso más allá al crear fragancias personalizadas y exclusivas para sus marcas, asegurando una identidad olfativa única y memorable. A través de estas fragancias cuidadosamente elegidas, los minoristas tejen una obra multisensorial que no solo mejora el entorno de compra, sino que también influye positivamente en las percepciones y comportamientos de los clientes.