En México, el verano ha llegado a su fin y lo podemos comprobar con el cambio de temperatura, las tardes más cortas y la sensación que envuelve al místico otoño, época favorita de muchos… o, al menos lo era hasta este año, ya que la pandemia por coronavirus nos ha traído muchos cambios y preocupación por la salud de nuestros seres queridos y la propia.
La temida segunda ola de contagios podría comenzar a presentarse muy pronto en nuestro país, ya que desde el pasado 23 de septiembre se ha presentado un alza en el número de casos positivos de COVID-19. El porcentaje de casos positivos puede incrementarse de forma exponencial si no se aplican las suficientes pruebas, lo cual ha sido una situación muy compleja debido a la dificultad de hacer pruebas masivas por su enorme costo. Y en el caso de tests de fiebre, la complejidad radica en que no todos los infectados presentan este síntoma, lo que ha obstaculizado una detección temprana.
Una alternativa a las pruebas de detección de coronavirus es el test olfativo, que se presentó el pasado mes de abril y fue desarrollado por científicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile. La anosmia o pérdida total es un signo característico del COVID-19 y se presenta incluso en los casos de pacientes asintomáticos, por lo que es un método asequible y efectivo para evaluar a un gran número de personas.
Estudios realizados por académicos de la Clínica Mayo descubrieron que las personas infectadas con COVID-19 tienen 27 más probabilidades de perder el olfato, mientras que la cifra se reduce a 2.6 de padecer fiebre, ambos datos en comparación con personas sin haber contraído el virus. Este dato es sumamente importante durante la temporada de otoño e invierno, donde baja la temperatura y sube la incidencia de casos de gripe e influenza.
Entonces, ¿Qué hacer?
Sabemos que las personas necesitan salir a trabajar, a surtir su despensa o, simplemente, a despejarse tras el home office o homeschooling, sin embargo la recomendación principal es mantener las medidas de prevención: uso de cubrebocas, caretas faciales, lavado de manos, uso de tapetes sanitizantes, desinfección de superficies, entre otras. Pero, ante la pérdida repentina del olfato, es indispensable acudir a realizarse una prueba para el SARS-CoV-2 e iniciar el aislamiento domiciliario preventivo mientras se confirma (o descarta) la infección.
En las empresas, a las personas responsables del monitoreo de seguridad y salud ocupacional se les recomienda tener presente la anosmia como indicador de contagio de la enfermedad, ya que únicamente se toma en cuenta la temperatura y el malestar general. Recordemos que las personas asintomáticas son la principal fuente de contagio, y si no queremos regresar al confinamiento en casa, es importante mantener un control estricto.
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